La vuelta de Tres Arroyos
Nuestra ciudad también marcó un hito en la historia del Automovilismo y del Turismo Carretera, en mayor medida. Fue precisamente el Club Quilmes la entidad que junto a un grupo de gente colaboradora que gestionó la competencia denominada ¨Ciudad de Tres Arroyos¨, y tiempo después se la conoció como ¨La Vuelta de Tres Arroyos¨.
El circuito de nuestra ciudad fue reconocido como uno de los más importantes del calendario automovilístico deportivo del país, y en algún momento, fue el más veloz entre los de su fórmula.
En este apartado vamos a hablar de las primeras ocho carreras de aquel evento ¨tuerca¨ que fue llamado ¨La Vuelta de Tres Arroyos¨.
Primera Carrera (1951)
El historial de esta primera carrera data de la apertura el 16 de septiembre de 1951. Con una distancia recorrida de un poco más de 772 kilómetros los cuales se dividen en tramos pavimentados y calles de tierra. El recorrido pasó por San Cayetano y Gonzales Chaves. En aquella ocasión el piloto triunfador fue Javier Roldan oriundo de Mar del Plata, con un tiempo de 5hs 34´ 06´´. El local Hector Volponi obtuvo el undécimo lugar con un tiempo de 5hs 56´ 17´´.
Finalizaron la carrera 23 volantes. El promedio alcanzado fue de 138 km/h.
Segunda Carrera (1952)
El circuito era el mismo, esta segunda carrera estaba anunciada un 24 de agosto del año 1952, pero se postergó para el domingo siguiente ya que el clima no acompañaba.
Este inconveniente generó un cambio en el recorrido, el cual se cubrió por Necochea, Juárez y Gonzales Chaves, denominado ¨Banco de Prueba¨ por el club organizador.
Esta vez Ernesto Petrini fue ganador con un promedio récord de 165 km/h al cubrir 735 kilómetros equivalentes a dos vueltas. Esta carrera la completaron 18 autos, de los 40 inscriptos.
Tercera Carrera (1953)
El 23 de agosto se larga la 3ra carrera y comienza a aparecer en escena el apellido Galvez.
Su ganador Oscar Alfredo Galvez superó el récord sudamericano con un promedio de 172 km/h.
Cuarta Carrera (1954)
La cuarta versión de esta carrera se disputó el 4 de septiembre de 1954. Oscar Galvez repitió la hazaña de la tercera entrega de esta serie de carreras, rompiendo su propio récord, ya que consiguió un promedio de 180 km/h.
Quinta Carrera (1955)
La quinta edición fue para Oscar Galvez, pero esta vez sería Juan el que impondría un nuevo récord con un promedio de 185 km/h, cubrió las dos vueltas en 3hs 58´ 40´´, segundo fue otro hermano Galvez, Roberto que terminó en 4hs 11´ 35´´.
Sexta Carrera (1956)
Esta carrera fue disputada el 2 de septiembre del 56 fue nuevamente para Oscar Galvez que cubrio el circuito en 4hs 29´ 57 ” , su escolta fue su hermano Juan en un tiempo de 4hs 08´ 16″, y el otro Galvez, Roberto ocupo el quinto lugar en esta edicion.
Las ediciones del 56 y 57 bien pudieron llamarse “Las carreras de los Galvez”
Séptima Carrera (1957)
Desde la cuarta carrera, septiembre fue el mes ocupado por ¨La Vuelta de Tres Arroyos¨ y 1957 no fue la excepción. Otra vez el ¨Sello Galvez¨ arrasó con los primeros puestos de la competencia. Aunque en esta oportunidad Juan volvió a ocupar el primer lugar con 4hs 06´ 40´´. Segundo fue Oscar con 4hs 12´ 52´´ y el tercer lugar correspondió a Alberto Logulo con 4 hs 19´ 17´´.
El promedio del ganador fue de 179 km/h y hubo 29 participantes.
Octava Carrera (1958)
La octava edición cumplida el 8 de septiembre, también fue para Oscar Galvez apodado ¨El Aguilucho¨, el piloto completó el circuito en 3hs 59´ 02´´.
Esta vez el piloto local fue Juan T. Rupell el cual clasificó como decimosexto con un tiempo de 6hs 4´ 20´´.
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La tragedia del TC en Tres Arroyos
Noviembre del 38, la reunion de Tres Arroyos había sido pactada sobre 400km, pero solo se necesitaron 16 minutos para que ocurriera la catrastofe más grande del automovilismo argentino ocurrida sobre una pista de tierra.
El circuito media 8563,65m; dos rectas largas, dos más cortas unidas por curvas de escaso radio. Densos nubarrones hicieron pensar que una lluvia no hubiera venido mal para aplacar un poco el polvo de la pista.
Hubo una señal de alerta: la gran cantidad de pinchaduras en un piso muy movido por el pesado colchón de tierra.
“La prueba promete –decian las crónicas- porque esta vez se anotaron solo pilotos con alguna posibilidad de mención honrosa. Esta vez no participaban esas máquinas carentes de valor y que son obstáculos para los que corren de verdad”.
Iba a empezar la primera de tres series, cuando se debio de pedir refuerzo policial porque la gente no dejaba de invadir la pista. Hasta el servicio de asistencia fue inadecuado y el desconcierto fue tan grande, que en el momento del accidente fue necesaria la intervención de particulares.
Se corria a ciegas, tal era la densidad de la columna de polvo levantada por los corredores que se transfromo en un túnel inmenso.
Estaban los corredores cumpliendo con el tercer giro cuando dos choques terribles sembraron el espanto. Abramor marchaba lentamente para cambiar un neumático, encontró de pronto la abertura y enderezo hacia ella procurando franquearla. Soggetti dio de golpe en el coche de Abramor. Fue un encontronazo tan fuerte que el auto de Soggetti se desplazó hacia la pista, espectadores procuraban socorrer a los pilotos.
No hubo tiempo, el ruido de otro motor se acercaba y Jose Canziani que venía a marcha reducida no pudo evitar a la máquina de Soggetti que apareció en su camino.
Canziani resulto herido porque el volante lo golpeo en el pecho. Abramor ileso trato de ayudar a Canziani.
El público empezó a reclamar que todo se detuviera. La gente se olvidó de los autos y entro a la pista.
El público le hizo señas a Ruiz para que se detuviera. El corredor desconcertado, bajo la velocidad. El auto, más lento, derivo a la derecha, Martin que venía muy cerca lo embistió y dio de lleno en el tanque de combustible.
Se oyó un golpe seco y se vio saltar el diferencial de coche de Ruiz. El mercedes se clavó de trompa mientras Fermín Martin y Miguel Zastuszek despedidos del coche aterrizaron de cabeza en la tierra.
El auto quedo convertido en una masa de hierros en el medio de la pista mientras la gente huía.
El coche de Ruiz se desplazó envuelto en llamas, hacia la izquierda donde estaba el alambrado, Julio Tripaldi, un espectador recibió una lluvia de nafta encendida, lo cual le ocasiono una muerte intantanea, su hermano Carlos pudo alejarse, pero se quemó, sus heridas fueron muy graves.
Ruiz que había logrado salir del coche quiso alejarse de este, pero se enredó en el alambrado y quedo en medio de la hoguera. Cuando el público quiso y pudo acercarse el cuerpo del conductor era una llaga viva; murió después.
Martin y Zatuszek fueron llevados al Hospital Pirovano, pero al rato los dos habían fallecido.
Las llamas todavía lamian los automóviles cuando se argumentó que la carrera no debio de haberse corrido.
Y se pidió desde Tres Arroyos que no se autorizara ninguna prueba sin una revison previa, “no debiendo permitirse si el club organizador no asegura la adherencia del polvo con algún producto adecuado”.
Y se añadió: “Antes de empezar las eliminatorias, el delegado deportivo del ACA tiene que recorrer el circuito”.
Aquella dolorosa herida de Tres Arroyos quedo abierta para siempre.